“El forastero que llega a Venecia del ruido del mundo –escribe Bloch– se acerca en una especie de líquido amniótico del silencio”, “El agua de Venecia –añade Dominique Fernández– no es agua clara: es consistente, esencial, prenatal, plasmática”. Ahora bien, el viaje veneciano daría sus frutos, según esta línea de pensamiento, al volver al seno materno. Alguien incluso relacionó la imagen del pecho de una mujer con la estructura topográfica y las muchas cúpulas flotantes en el cielo.
Loredana Gambuzzi, psicóloga junguiana, tomando muestras de los testimonios de “personas desaparecidas” trasplantadas a Venecia, confió en esta seductora hipótesis, que revive las formas originales de apertura de todas las grandes áreas urbanas, no solo en Venecia, con la diferencia que en Venecia, como una gran zona peatonal, el laberinto de agua y la defensa, siempre sería directamente perceptible.
Recientes teorías psicoanalíticas reconocen en las aguas de Venecia la capacidad de desenterrar nuestra verdadera naturaleza, explicando así el amplio abanico de emociones diferentes que despierta, en la práctica cada uno ve en Venecia lo que es él mismo.
Venecia toma así la forma del iniciador, la Gran Madre que recibe al iniciado a través de sus laberintos y lo libera de las limitaciones de la conciencia racional, mediante el resurgimiento de la energía primaria de la libido.
También vale la pena tener en cuenta lo que dice Enrico Raffi, escritor de la escuela de Alberto Moravia (de quien también tuvo una casa en Venecia): “Fueron las aguas las que salvaron a Venecia, las aguas que deben mojar los puentes, pero en este caso se parecen más a aquellas cuya vida tuvo poco a Moisés”. Analice esta frase a la luz de la persistencia del mito bíblico en el mito de Venecia: Moisés salvó de las aguas separó las aguas, que desearíamos para la salvación de la ciudad, separando las aguas de la laguna con el mar por una máquina llamada "Moisés".
No es casualidad que el episodio de la salvación por las aguas de Moisés también fuera abordado por Tintoretto y Veronese, que situaron el contexto bíblico en una suerte de harén. Lo acuático y lo femenino se asumen, por tanto, como razones convergentes e indisolubles.

logopagina

La otra Venecia

Descubre la otra Venecia con las baladas de Walter Fano